domingo, 23 de octubre de 2011

Reporte de lectura 5

López Calva, M. (1998). “De la moda lo que te acomoda. Constructivismo en Educación: la luz y el túnel desde la perspectiva de una educación personalizante.” En Magistralis No. 16. UIA-Puebla. Puebla.

No se trata de implementar un nuevo programa, técnica pedagógica, procedimiento, tecnología o material educativo como una mera acción técnico instrumental. Todo acto educativo implica una reflexión y una crítica de nuestra práctica social (educativa, escolar y pedagógica).
Se anuncia que el propósito de este documento es el de reflexionar sobre las virtudes y los excesos, los avances y los desafíos, las implicaciones y los riesgos de la aplicación del constructivismo, que por aquel 1998 amenazaba convertirse en moda, pero que ahora parece que llegó para quedarse.
Se ofrece un análisis crítico y propositivo de las tendencias (teorías, enfoques) que se han tratado de instituir desde las políticas educativas: de los métodos activos, de la tecnología educativa, del conductismo y la taxonomía de Bloom, de la enseñanza centrada en el alumno de Carl Rogers, de la didáctica crítica, así como del propio constructivismo de Piaget-Vigotsky. La crítica se refiere a la adopción por parte de algunos profesores de estos enfoques desde posiciones acríticas, simplistas y acomodaticias, de forma que se convierten en modas. No es que se construya un futuro desde diferentes perspectivas sino que una moda va sucediendo a la otra dejándose en el camino elementos valiosos, que sin duda han tenido y tienen, para una educación otra, que aquí se denomina como educación personalizante.
La parte propositiva: desde la óptica de la educación personalizante se recomienda ubicar en su justa dimensión la aportación de cada nueva corriente, teoría o propuesta en el campo educativo y analizar sus elementos auténticos e inauténticos. Se hace un repaso, entre otros temas aledaños, del Método Trascendental de Lonergan, que hemos abordado ya con anterioridad.
El análisis se concentra en dos aspectos, principalmente. a) La crítica de la postura constructivista, por su posición relativista y simple del conocimiento (cada quien se encierra en su mundo, y la consecuente alienación de la realidad) y subjetivista (el aprendizaje como mera actividad intrapsíquica —asimilación, acomodación— y la consecuente carencia de sentido de la propia construcción del sujeto).  Se afirma que estos supuestos tienen consecuencias y riesgos para la práctica docente, por una parte; por otra, que el constructivismo no se aplica en el aula cabalmente, desaprovechando sus aportes. Y, b) A esta visión se contrapone la perspectiva de la educación personalizante de Lonergan: a través de los procesos de complejidad creciente (experimentar, entender, juzgar y la metacognición de estos procesos, en que tanto el conocimiento como y el sujeto se objetivan) podemos arribar a una concepción más consistente de la noción de aprendizaje y del papel del estudiante en su proceso de autoconstrucción. Este cambio, requiere necesariamente, de una estrategia tecno-pedagógica más creativa, inteligente y participativa, en la búsqueda de un desarrollo humano integral.
A partir de aquí, se aborda en extenso como las nuevas propuestas se adoptan y se adaptan acríticamente al aula, tomando las partes fáciles y cómodas de aplicar; se renueva la terminología pero las prácticas permanecen prácticamente iguales, pero que permiten apantallar a los cuates, compañeros maestros, directores y supervisores pero, eso sí, (este agregado es mío) los alumnos son unos apáticos, los padres se hacen guajes y los funcionarios felices porque se implementaron las reformas correspondientes y los políticos esperan refrendar la confianza depositada en ellos para el bien de todos. Se plantea, con justo tino, que habrá que considerar lo que incomoda de la moda. Yo, que soy experto en esto, les digo que parece ser una posición de comfort, de un (no)saber, de no querer saber o de una franca pasión por la ignorancia. Prometo reconsiderar.
El problema no son las propuestas per se, sino del nuevo rol del maestro que demandan, que bien podría apostar por su propia trans-formación y compromiso ético adoptando, sí, las nuevas propuestas pero desde una actitud reflexiva, crítica y responsable él mismo, que le dé la posibilidad de tener una mejor aptitud para efectivamente contribuir al desarrollo integral de los sujetos y la comunidad.
¿Cómo? Pues he aquí la promesa del constructivismo. El profesor: presenta o plantea problemas relevantes, estructura el aprendizaje a partir de conceptos primarios o esenciales, propicia la presentación y valoración de los puntos de vista de los estudiantes, adapta el currículum de acuerdo a la situación, y asesora a los alumnos. El propósito, obvio, es generar conocimientos, aptitudes y valores involucrando a los alumnos en su propio desarrollo; considerando los conocimientos previos, contrastando sus saberes y representaciones con información relevante, propiciando el trabajo en equipo para construir conocimientos de manera colaborativa y promoviendo la autoevaluación mediante la aplicación de lo aprendido en la solución de los problemas relevantes planteados y, por supuesto, no pude faltar la ronda de metacognición. Aquí no termina el cuento, hay que valorar individual y colectivamente la información y las experiencias pre-vistas para evaluar si se pueden aplicar a los problemas de la vida real o para convenir que información hay que buscar (tareas auto-impuestas) para completar la visualización del problema o tema tratado e incorporarlas –información y experiencias– a nuestro capital intelectual.
Este proceso o procedimiento bien puede ser alimentado por lo mejor de cada enfoque. Generando y re-estructurando una visión integradora, haciéndose una caja de herramientas de estrategias de enseñanza y aprendizaje, sin caer en eclecticismos simples e incongruentes. No estaría mal establecerse un sistema de alarma propio: ¡No olvidar lo central que es el aprendizaje de los alumnos! Habrá que cuidarse de no perder la atención y el tiempo en la innovación del día (o peor aún, en la ocurrencia del día de cualquier funcionario o político oficial o sindical). El aprendizaje de los alumnos no es negociable… el desafío es enseñar con sentido y alegría.
Queda de tarea aplicar este criterio a la enseñanza basada en competencias desde la óptica de la educación personalizante.

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